sábado, 24 de octubre de 2009

Percepción musical en “The alphabet”.

El video corresponde al segundo corto del cineasta David Lynch, trata sobre la combinación de secuencias tanto de animación como reales para poder describir el miedo asociado con el proceso de aprendizaje.
La protagonista – Peggy Lynch, su esposa – está acostada en su cama, mientras se reproduce un sonido de niños cantando A B C, A B C. Luego nos vamos a una secuencia con aparente nula coherencia y que va mostrando las letras de la A a la Z con fondos que cambian conforme transcurre el corto.
Las letras a su vez se introducen en la cabeza de un ser humano formado por bastantes rasgos, y que da una apariencia bastante escalofriante una vez que se le analiza, y hace que la protagonista se aterrorice y grite desesperadamente. Se escucha a un bebé llorando en el fondo, y luego una sirena. La sangre sale a chorros de la mujer, luego se ve un primer plano de una boca deformada, y que dice - traducido al español – “Por favor, recuerda, estás tratando con una forma humana”-. El sueño concluye con la desesperación de la mujer, la cual despierta sobresaltada por la naturaleza de su sueño.
Musicalización: Más que un dejo musical; no nos encontramos con una mezcla de sonidos coherentes que nos lleven a pensar que lo anterior forme parte de una obra que quiere parecer armoniosa, sino que son sonidos con muy distinta frecuencia y que alteran al oído humano, por consiguiente la mente, y es precisamente eso lo que hace destacar el corto, la producción de sonidos mezclados casi surrealmente. Si viéramos el corto sin ningún tipo de sonido –tal y como lo hice por primera vez- lo más seguro es que encontremos una secuencia de imágenes inconexas y sin un fin alguno, pero llegado el momento de adaptar el audio, el corto adquiere un aspecto mucho más terrorífico y un sentido mucho más abstracto de lo que nos podríamos imaginar: el miedo y el aprendizaje. Lo que da a ver el audio es precisamente lo que Lynch quiere manifestar en su obra; desea adentrarse en un campo propio de los tiempos posmodernos en que hoy vivimos; desea denunciar el maquinismo social y su necesidad de convertirnos en seres que no posean una capacidad de pensamiento propio, capaces de contrariar el modelo establecido por unos pocos.
Es claro que los niños al recitar el “A B C” de forma reiterada no dan un dejo de inseguridad o miedo en sus palabras, ¿por qué en nosotros sí lo deja? He ahí el recurso que utiliza Lynch para captar la atención de su personaje, el cual manifiesta su repulsión por la naturaleza de su sueño, pero el real susto de la obra está presente dentro de la musicalización de la misma, que provoca un desespero mental por la continua mezcla de sonidos sin un puente establecido, parecido a lo que ocurre con las imágenes de “The godess bunny”, editadas y conocida como “Obedece a la morsa”, obra en la cual la reverberación constante e indefinida de sonidos causa un colapso en la mente, acompañada de imágenes morbosas que en su estado natural nos causarían una impotencia enorme, al ver el “sufrimiento” al que está sometido el personaje. Miedos de esa naturaleza son los que se establecen en esta maestra entrega del cineasta, que nos transporta hacia una atmósfera mucho más siniestra que nuestra percepción visual nos puede entregar.
Lo anterior da paso a una interrogante que en esta época debe estar muy exacerbada: ¿A qué lugar nos conducen los sonidos? Ciertamente a muchos lugares. El sonido provoca nuestros mayores deleites y también nuestras peores pesadillas, asociamos sonidos a nuestros estados de vigilia: una sinfonía de Mozart nos conduce hacia un estado de relajación máxima, mientras un grito descabellado nos eriza la piel. ¿Cómo afrontar el sonido anormal y desconocido?.



Disponible aqui

No hay comentarios:

Publicar un comentario