martes, 22 de septiembre de 2009

Postludio de cuatro manos humanas...


El tiempo se confabuló para darte el mejor escenario, el suave frío, una leve llovizna, un día antes de que las flores y las aves renacieran, un día extraño e impredecible, único.

Mi inconsistente ceguera se disipó un día antes y pude ver tus ojos vidriosos y escuchar tus gemidos de auxilio. Sabía que no te irías sin dar batalla y lo presencié, pero la vida es una pelea que en un momento hay que perder, y el exilio entre sábanas húmedas no era para ti.

Disfrutaste cada momento con tu naturalidad inquebrantable y tu especial originalidad. Cruzaste ríos, nieve, tierra y pastos para seguirme, para encontrarme, para ser tú, y esta fue la constante de tu vida, simplemente vivir.

Me acompañaste en mis estados mas febriles, en mi eterna soledad, en mi humanidad. Sacudiste la Tierra con tus ladridos de bebé y tu hambrienta mirada, con tus juegos de caricias, con tus ojos estimulados por mis soplidos, tu frenesí en un cojín barato, tu negro y blanco, con las nueces y dulces que se perdieron en ti.

Lograste miradas de afecto, abrazos borrachos, viajes interminables, marcas en terrenos ajenos, satisfacción humana.

Pero te adelantaste de forma natural, y en el fondo siempre supe que lo harías, solo que ese momento parece tan lejano que lo alejamos cada vez más, y parece tan irreal que lo idealizamos al punto de ser inexistente, pero estuvo siempre ahí y fue tan real como lo fuiste tú.

Siempre tuve miedo de esto, de que no estuvieras acá, de no escucharte al llegar a casa, de no servir tres platos antes de acostarme, siendo el primero el tuyo, de no entregarte mas mis palabras de cariño, de no tocar tu pelo y lavarme las manos, de no defender tu inalterable aliento y tu calidad de señora de la casa.

Y ahora el miedo es real, el miedo es dolor, angustia, pena, soledad. Porque es real, es cierto, ya no estas, la puerta esta vacía, los llantos de bienvenida se han reducido a dos al igual que la comida. El balance se perdió, blanco y blanco, ¿y el negro? ¿Dónde estas? ¿Me esperas un momento? Por favor…


El momento es largo y se que es proporcional al tuyo, por ahora me queda la gratitud, por transformar momentos pequeños en toda una vida, en llenar de significado las piezas de este puzzle, de ser tú, dejarme ser yo, contigo, en todos lados. Me hiciste muy feliz, me hiciste reír y llorar, preocuparme y sentirme a salvo, hiciste de este hogar un lugar único e irremplazable, y llenaste cada lugar de ti, de tu balance, de tu alegría.

Fuiste la parte más difícil, y rompiste el silencio con el tuyo, lo ahogaste con el tuyo y con parte del mío, con el eterno día y noche de invierno, con la Luna nueva, con el Sol expectante de tí ...

Sé que ahora estás allá abajo, sintiendo la tierra y el agua a través de ti, pero también duermes entre sábanas, que yo te arropé, entre besos de quienes te aman, en abrazos y caricias, entre la música de la vida, entre amor.

Los momentos más significativos de la vida son un verdadero misterio, y tú fuiste un misterio de principio a fin.

Gracias por todo y buen viaje Boni.

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